sábado, 14 de marzo de 2009

El hombre en la ventana

¿Cuánto tiempo ha pasado? No puede ser tan difícil comprender que un hombre, aquel que en sus ojos refleja un alma cansada, logre percibir una luz negra en medio de una estancia fosfórica o que escuche lo que una voz sorda tiernamente le susurra a los labios. Yo lo entendí de la manera más sencilla, cuando después de aquella noche las primeras luces de la mañana me encontraron sentado con un cigarrillo en la boca mientras miraba a la manera de un místico cómo se extinguía la luna tras el cristal de la ventana. Desde entonces, aquellas luces no son el anuncio de un nuevo día; me anuncian el final de lo mágico, el descanso del espíritu y la imperiosa necesidad de esconder el verdadero ser tras la fría máscara del no-ser. Ahora contemplo el sublime fenómeno que la noche envuelve; brota como savia por paredes polvorientas y se desliza desgarrando en vida todo lo que esconde: ¡Belleza espumosa celosamente guardada!...